Por Lisbet Mejías Aventura, FL.- ¿A quién se le ocurre protestar en Washington contra la dictadura un 28 de enero, día entre semana, co...
Por Lisbet Mejías
Aventura, FL.- ¿A quién se le ocurre protestar en Washington contra la dictadura un 28 de enero, día entre semana, con ausencia de los políticos cubano-americanos, y hacerlo frente a la Casa Blanca en vez de la Embajada de Cuba en esa ciudad? Cualquier respuesta lógica reflejaría la presencia de múltiples neuronas, pero no es el caso. Ay Tato, pero qué es esto, Tato.
Como es habitual, el gallinero de Miami vendió esa protesta como un acto de masividad impresionante de mil personas; pero, analizando las fotos y los videos de planos generales publicados en redes sociales, no sobrepasaron las 200 personas, y muchos de los participantes han reconocido que a lo sumo ni llegaban a 150.
Y lo creo por dos motivos objetivos. Matemáticamente, una persona ocupa un espacio físico de un metro cuadrado, así que 100 personas ocuparían la mitad de una cancha de baloncesto. El área de concentración que vimos no tenía, ni por asomo, esa dimensión. Y, por otro lado, a esta movilización llegaron en avión y no en autobuses, como otras veces se ha hecho, lo cual daba una sensación de mayor participación.
Así que, viendo estos hechos, la protesta de Tato fue más bien un paripé: sin organización, sin estrategia, sin información previa para ser recibidos por algún político de peso en Washington y para marcar la tarjeta de justificación de algunos participantes a la hora de pedir los grants, aunque ya sabemos que acaban de congelar los fondos de la USAID. Y A DIOS GRACIAS.
Este show, con tarima y todo, sale del libro del escritor inglés George Orwell, "Granja de Animales", cuando dice que "todos somos iguales, pero algunos más iguales que otros". Supuestamente se iba por la liberación de los presos políticos, y al final engañaron a todo su rebaño, porque lo único que hicieron fue entregar un proyecto llamado "Pasos de Cambio", con un olor rancio a "Cuba Decide".
Ya estamos cansados de tantos proyectos, y mi pregunta es: ¿a quién lo entregaron? Porque ese día Trump estaba en Florida y la oficina de María Elvira estaba cerrada, quizás porque no quiso verse envuelta con alguien a quien no apoyó mientras intentaba ser alcalde de Miami. Y, para colmo, la ridiculez de tirarse una foto frente a la oficina cerrada de la congresista. ¿Dónde ha quedado tu amor propio, Tato?
Estamos viendo una dicotomía. Los políticos cubano-americanos ya se están distanciando de Otaola. Su actitud de cambiar de palo para rumba y su ego soberbio seguramente han levantado demasiadas sospechas. Al final de la jornada, todo fue un montaje para seguir levantando perfiles, para seguir entregando firmas y dejarle claro a los nuevos cubanos que el tipo dentro de Cuba es Ferrer y nadie más.
La poca participación en la convocatoria de Tato demuestra la fatiga del exilio. En la tarima del show que montó, se exigió que sus seguidores compartieran el espectáculo, pero yo me cuestiono: ¿quiénes son realmente sus seguidores y si estos representan un volumen considerable de personas en Miami como para tener peso político y lograr algún cambio? Este es el triste reflejo del 11 por ciento que obtuvo como candidato a la alcaldía de Miami.
Pues la realidad parece ser distinta, y es la razón por la que Tato es más conocido por sus bretes de farandulero que por propuestas serias en materia política. ¿A cuántos de sus seguidores realmente les interesa la libertad de Cuba y cuántos se han puesto a analizar el proyecto que Otaola está defendiendo? Volvemos al 11 por ciento de sus votantes y de ese número sacamos los que fueron a las cercanías de la Casa Blanca. Muy poquito o casi nada cuando se te vende como el influencer mayor de la comunidad cubana en el exilio.
Esta conclusión a la que llego es obvia, a juzgar por la escasa participación en Washington, que por cierto no tiene sentido haberla hecho donde hicieron, sino ante la Embajada de Cuba, donde realmente hubieran tenido mayor connotación política y menos show carnavalesco.
A Otaola le salió el tiro por la culata, porque con solo horas de antelación Biden se había puesto de acuerdo con Díaz-Canel y liberó a los presos políticos que supuestamente eran la causa de su protesta, dicen que por mediación de la Iglesia, cosa que sabemos que es una distracción porque el palabreo es de tú a tú entre régimen castrista y la Casa Blanca. Y esto es una muestra de que la dictadura no soltará el poder a pesar de la payasada de estos grupitos de Miami.
El tiempo de gloria que pudo tener Tato, si es que tuvo alguno, es cosa del pasado, y esta marcha apurada y sacada por los pelos es la muestra de que están desesperados, más ahora que los grants están congelados, como expliqué en mi artículo anterior.
Una vez más con esta protesta demuestro que Rosa María Payá tiene cero poder de convocatoria y sin Tato no logra reunir 4 gatos. Lo curioso es que, sabiendo que Trump no estaría en la Casa Blanca ni tampoco María Elvira, la Payá continúe dándose tiros en el pie que demuestran su ineptitud y falta de liderazgo. Entienden ahora por qué la cuestiono como figura política cuando ni ella misma sabía dónde estaba el presidente del país donde vive.
Así que no se sorprendan de que cuando sus protegidos, como Rosita y Boronat, se queden sin el dinero para pagar sus favores, veamos a Otaola tirarlos debajo del tren y cambiar de rumbo. Roma paga a sus traidores, pero los desprecia.
Como siempre digo #MuyFuerteTodo
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